Derecho de matar
Estimado radioyente:
¡Parece mentira, pero es verdad!
El derecho de matar fue el primer derecho aprobado por iniciativa popular para discusión en la Convención Constitucional, este 29 de diciembre pasado.
Así se concluye una larga conspiración contra el primero y el más básico de los derechos: el de nacer.
Esta medida es una muestra de lo que pretende establecer esta nueva Constitución: Matar a los no nacidos, dividir a los chilenos entre originarios y no originarios y empobrecer a todos, acabando con la propiedad y la iniciativa privada.
Comenzamos por el derecho de matar de modo libre, gratuito y generalizado. Las alegadas “causales” quedaron para atrás. Hoy ya se alega un derecho tan amplio y general cuanto posible.
Después de esta aprobación, el ambiente en la Convención era de fiesta:
La constituyente feminista, Alondra Carrillo, psicóloga por la Universidad Católica manifestó, ‘‘avanza con la potencia feminista este esfuerzo histórico de dejar nuestra autonomía y nuestro derecho a decidir la maternidad voluntaria, consagrada como principio de la nueva constitución’’.
Por otro lado, la constituyente comunista Bárbara Sepúlveda, profesora de la Universidad Alberto Hurtado de los jesuitas, a través de Twitter comentó, ‘‘la iniciativa popular constituyente por los derechos sexuales y reproductivos “¡Será Ley” alcanzó las 15 mil firmas! Muy emocionada, reitero mi apoyo a esta iniciativa de norma constitucional y mis felicitaciones a las compañeras de las organizaciones feministas que la crearon’’.
No hace todavía un mes que un proyecto de ley que pretendía despenalizar el aborto sin causal hasta las 14 semanas de embarazo fue rechazado en el Parlamento y hoy se pretende incluirlo como un derecho constitucional.
¿Quién podría decirlo?
Matar a un ser inocente, en el vientre de su madre y completamente indefenso es celebrado como un “derecho humano”.
Peor aún, como el primer derecho a ser consagrado en esta próxima Constitución.
No puede haber acto más injusto, más criminal y más sádico que matar a quien nada hizo de mal y que depende en todo del cariño y de la sustentación de su madre.
El lugar en donde el niño en gestación debería encontrar la máxima protección se transformará en el lugar más vulnerable y peligroso.
Y esta aprobación se celebra pocos días después de que hemos celebrado el día de los Santos Inocentes.
Ellos fueron los primeros niños recién nacidos matados por orden de Herodes para evitar el crecimiento de Nuestro Divino Salvador.
Hay una continuidad histórica malvada que comienza ese 28 de diciembre del año 0, hasta este 28 de diciembre recién pasado.
Cuando todavía están los Pesebres iluminados en todas nuestras casas, cuando vemos al Niño Dios recién nacido, cuando esperamos un nuevo Año bajo su patrocinio; los nuevos Herodes asestan el puñal asesino sobre un número incontable de niños que, a partir de la nueva Constitución, no podrán nacer.
Si esta medida es aprobada por la Convención, cosa que nos parece lo más probable, dada la composición mayoritaria de feminista y abortista, ipso facto se transformará en un texto que deberá ser rechazado por todos los católicos.
Porque no es lícito votar a favor de ninguna ley que apruebe el aborto. Menos todavía por una Constitución que pretende instituirlo como un derecho general.
Es lo que afirma la Congregación para la Doctrina de la Fe, en declaración sobre el aborto: “En todo caso debe quedar bien claro que un cristiano no puede jamás conformarse a una ley inmoral en sí misma; tal es el caso de la ley que admitiera en principio la licitud del aborto. Un cristiano no puede ni participar en una campaña de opinión en favor de semejante ley, ni darle su voto, ni colaborar en su aplicación”.
Y esto por las mismas razones por las cuales Dios maldijo a Caín.
«Por eso, ahora quedarás bajo la maldición de la tierra, la cual ha abierto sus fauces para recibir la sangre de tu hermano, que tú has derramado. Cuando cultives la tierra, no te dará sus frutos, y en el mundo serás un fugitivo errante.» (Génesis 4: 11-12)
Hacemos votos para que los Obispos recuerden antes del Plebiscito a todos los católicos lo que varios de ellos declararon poco antes de la aprobación de la ley de aborto por tres causales.
En esta emergencia es nuestra obligación recordar a los Honorables Diputados católicos, su necesaria coherencia con los dictámenes de la Fe cristiana. Les pedimos tener en cuenta que el parlamento representa a una población en su mayoría católica (60% aprox.) y, en mayor proporción, cristiana (90% aprox.). La doctrina de Cristo es doctrina de vida, tanto que Él define su misión en relación a la vida: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” . De acuerdo a las enseñanzas del Magisterio Pontificio, no es lícito apoyar con su voto a ningún proyecto de ley que atente contra el derecho sagrado a la vida dado por Dios. Así lo afirma claramente S.S. Juan Pablo II: “En el caso pues de una ley intrínsecamente injusta, como es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito someterse a ella”
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Es lo que declararon los Sres. Obispos, Moseñores: Francisco Javier Stegmeier, Obispo de Villarrica; Felipe Bacarreza, Obispo de Sta. María de los Ángeles; Jorge Patricio Vega, Obispo de Illapel, actualmente de Valparaíso; Guillermo Vera, Obispo de Iquique, actualmente Obispo de Rancagua; Carlos Pellegrin, actualmente Obispo emérito de Chillán.
“NO, No es lícito para un católico dar el voto favorable a la aprobación de una Constitución que garantiza el derecho de matar”.
Estamos entonces avisados. A una Constitución que pretende establecer como el primero de los derechos, el de matar, debemos desde ya presentarle nuestro más total y completo rechazo, so pena de hacernos cómplices de los “Caínes” del siglo XXI.
Es lo que, por el bien común de nuestra sociedad, por la santificación de todos los católicos, por el derecho de nacer de los futuros chilenos, y, sobre todo, por la Gloria de Dios, esperamos poder oír de los Pastores en esta emergencia.