La capellanía católica en el Palacio de La Moneda
Pablo Sepúlveda López
Ahora, pues, oh sacerdotes, para vosotros es este mandamiento. Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho el Señor de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido, porque no os habéis decidido de corazón (Malaquías 2: 1-2).
(1) En artículos anteriores nos hemos referido a la infiltración progresista en la Iglesia Católica chilena y cómo se ha expresado desde el “estallido social” de octubre de 2019. Lo que comenzó como “defensa de los derechos humanos” bajo el lema “la paz es fruto de la justicia”, aquellos “cristianos comprometidos” provenientes de las llamadas “comunidades eclesiales de base”, esos que miraban con desprecio el poder político y se jactaban “humildemente” de sus modestos orígenes, entraron a la casa de gobierno junto con el presidente Gabriel Boric Font. ¿Cómo se produjo esto? Nada menos que en la persona del capellán católico del Palacio de La Moneda, Nicolás Viel, joven sacerdote de la Congregación de los Sagrados Corazones y miembro de su consejo provincial (2020-2023), partícipe de las instancias anteriormente enumeradas y a favor de los autodenominados “Católicos x Boric”.
Apenas se anunció su designación como capellán de La Moneda, las organizaciones “laicales” que antes despotricaban contra el poder del estado se lanzaron a una a felicitarlo, y unos días después que asumió, se volcaron a los patios de la casa de gobierno… felices por haber llegado al poder… Lo que les molestaba, según parece, no era el poder en sí mismo, sino el no poseerlo ellos.
El capellán es de aquellos curas “cercanos”, de esos que se dicen “anticlericales” y están a favor de la “participación activa” del Pueblo de Dios. Para mejor ilustrarlo, bastará con referirnos a su exacerbado gusto por las estolas multicolores. Éstas últimas, las combinó finamente la tarde del viernes 25 de noviembre del presente año, con las banderas “arcoíris” que los activistas de la homo-herejía, asociados en la PADIS+ -Pastoral de la Diversidad Sexual- llevaron hasta la capilla de La Moneda para celebrar sus doce años de activismo y participar de una Misa celebrada, naturalmente, por el padre Nicolás y otros dos presbíteros (Imagen 1).
Esta es sólo la última de las genialidades que ha encabezado el padre Nicolás como capellán católico de La Moneda. Frecuentemente se le puede ver en redes sociales participando de liturgias ecuménicas, codo a codo con otro personaje insigne del cristianismo en Chile: la “obispo” luterano Izani Bruch (Imagen 2), una respetable dama que ha lanzado algunas “perlas” tales como que el aborto no está condenado en la Biblia o que no concibe cómo ser cristiana sin ser feminista a la vez.
(2) También se ha visto al padre Viel acoger en la capilla de La Moneda a las integrantes del grupo “Mujeres Iglesia”, destacadas activistas feministas “cristianas”, acompañadas de la “coordinadora sociocultural de Gobierno”, que fue como se denominó el cargo de Primera Dama en el caso particular de Irina Karamanos (Imagen 3), la “polola” -algo menos que novia en el dialecto chileno- del presidente Boric.
(3) Con todo, lamentablemente el padre Viel seguirá haciendo de las suyas en el lugar sagrado al interior de La Moneda, acogiendo sodomitas y personas amancebadas, no para encaminarlas en la fe, sino para justificar, promover y sacralizar sus conductas desordenas.
Sería bueno poder acudir a la jerarquía eclesiástica para pedir cuentas de la actividad de su delegado en el gobierno, pero según se constató el día de su designación, el obispo auxiliar de Santiago Alberto Lorenzelli y el Superior Provincial de los SS.CC pbro. René Cabezón estaban felices (Imagen 4) yendo a presentar al padre Viel ante las nuevas autoridades seculares del país.
Obispo aux. Lorenzelli, Prov. René Cabezón SS.CC, Pbro. Nicolás Viel y Giorgio Jackson, Ministro de Estado.
Padre Nicolás Viel junto a miembros de PADIS+ y sus enseñas
Padre Nicolás Viel “compartiendo” su sacerdotal imposición de manos con laicos y creyentes de otras religiones en una ceremonia ecuménica por el agua, al interior del Palacio de La Moneda.
«Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas.» Evangelio según San Juan 10: 11-13