Migración, Familia e incoherencia

Estimado radioyente:

El tema de las migraciones que afectan nuestras fronteras nortinas ya dejó de ser un caso aislado para transformarse en un conflicto social.

En efecto, las noticias nos informan de miles de personas que de modo legal e ilegal intentan diariamente entrar al País por los más variados pasos.

En estos intentos, muchos de aquellos que pensaban encontrar una nueva oportunidad de vida, no han encontrado sino la muerte y, la gran mayoría, una clara hostilidad de parte de la población asustada por familias desconocidas, hambrientas y sin recursos de ningún tipo para sustentarse.

Muchos de estos inmigrantes vienen caminando de otros países más cercanos a su nación de origen. Según información del Instituto de Estadísticas Nacional (INE) la “Población extranjera residente en Chile llegó a 1.462.103 personas en 2020, un 0,8% más que en 2019 (…),  la mayoría de los migrantes internacionales que viven en el país proviene de Venezuela, constituyendo un 30,7%, de total.

Pero no se piense que Chile es la primera opción de los venezolanos para emigrar. Al contrario, donde se concentran más emigrantes venezolanos es en Brasil y Colombia, por la simple razón de que son países limítrofes y que, en el caso del Brasil, tienen una economía próspera y una sociedad más acogedora.

De acuerdo al último informe de la OEA el Éxodo de venezolanos podría llegar a 7 millones en 2022. Después de la de Siria, es la peor crisis de refugiados del mundo.

Pasemos a considerar la incidencia de esta situación en la familia.

De acuerdo a un estudio internacional sobre el impacto de la inmigración en la familia, “la migración transforma e influye en la familia, sea en el país de origen o en el de llegada:El impacto de la migración varía, obviamente, de modo considerable para el migrante y para la familia que se queda en la sociedad de partida. Desde este punto de vista, sexo, edad y rol en el interior de la estructura de la familia deben ser identificados.

La migración implica procesos de fragmentación y reagrupamiento de la unidad familiar que normalmente provocan cambios estructurales substanciales en el funcionamiento de la familia.

Estos procesos son mucho más marcados cuando el que emigra es el jefe de la familia y pueden ser más intensos si otros miembros del grupo emigran sucesivamente.

La migración determina, sobre todo, una reducción numérica del grupo familiar y, como consecuencia de ello, una redefinición de los deberes de cada uno, con base en las características y en los roles desempeñados por los que han partido, así como de quienes se quedaron (hombre o mujer, jefe de la familia, joven soltero o soltera, primogénito).

En el caso de las familias transnacionales, en particular, los efectos de la migración actúan de manera simultánea tanto sobre los que se quedan en el país de origen, así como de los que partieron, determinando cambios importantes a corto y largo plazo. Si tradicionalmente se ha prestado mayor atención a los efectos que la migración provoca en la familia en el país de

llegada, también es importante tener en consideración los efectos simultáneos que involucran a los miembros emigrados, así como a los que se han quedado en el país de origen.”

El estudio agrega que: “Como acertadamente subraya una mediadora cultural, “si no tienen una familia que dé un sentido a su llegada, que les ayude a entender por qué están aquí y qué cosa pueden hacer, solos no logran darle un sentido y a canalizar esta energía para hacer algo, para un objetivo”.

En pocas palabras, la inmigración constituye un pesado trauma, tanto para las familias emigrantes, cuanto para las familias residentes en el país de acogida.

Todo lo anterior nos lleva a preguntarnos qué es lo que lleva a que millones de venezolanos hayan decidido salir de su país y pasar por este trauma, en que a muchos les ha costado la vida.

 

A esa pregunta nos responde el Obispo de Acarigua , Monseñor Juan Carlos Bravo, autoridad de esta jurisdicción eclesial, quien estuvo en Madrid  presentando la campaña de ayuda a la Iglesia necesitada ‘Yo contigo Venezuela’

Antes de pasarle la palabra al Obispo, oigamos algunas declaraciones recogidas por la Agencia de las Naciones Unidas para los emigrados, Acnur.

“Caminamos por 11 días y tuvimos que dormir a la intemperie. Nos fuimos porque nos amenazaron con matarnos. Mi hermano fue asesinado … Casi me matan también”.

Ana, mujer venezolana en Ecuador

“Nos llevó más de siete días llegar a Perú. No teníamos nada que comer al final. Tratamos de ahorrar todo para nuestro hijo, pero también pasó más de 24 horas sin comer un bocado. Solo tiene tres años.

Gerardo, padre venezolano en Perú

 

“Caminamos por 11 días y tuvimos que dormir a la intemperie. Nos fuimos porque nos amenazaron con matarnos. Mi hermano fue asesinado … Casi me matan también”.

Ana, mujer venezolana en Ecuador

 

La veracidad de estas afirmaciones la proporciona el Obispo venezolano que todavía se encuentra allí.

“No creo que haya una sola parroquia ni un solo sacerdote en Venezuela que pueda mantenerse por sí solo”

Según el prelado “estas carencias son el trasfondo de una estrategia usada por Nicolás Maduro y sus más cercanos para perpetuarse en el poder”

El Obispo no escapa a los embates de la crisis –asegura– que al igual que al pueblo venezolano a su casa no llega el agua, la comida ni la electricidad. Sin embargo, esta no es su mayor preocupación, sino que todas estas carencias son el trasfondo de una estrategia usada por Nicolás Maduro

Al ser consultado sobre el éxodo de venezolanos como consecuencia de la severa crisis, el obispo ha dicho que alrededor del 15% de la población ha huido de Venezuela.  “Eso trae graves consecuencias para las familias porque encontramos a los abuelos cuidando a sus nietos y niños que están al cuidado de los vecinos. Hay un aumento del alcoholismo, de la prostitución y la adicción a las drogas entre los más jóvenes, como consecuencia de unas familias cada vez más desestructuradas”, señaló.

“No creo que haya una sola parroquia ni un solo sacerdote en Venezuela que pueda mantenerse por sí solo. Ni siquiera el obispo puede hacerlo. La gente gana un salario de cinco dólares al mes que no les alcanza ni para comer”, admite.

 

En este sentido el Obispo se pregunta: “¿Cómo van a sostener a la Iglesia?”, de hecho “los sacerdotes también viven la tentación de salir del país como el resto de la población, pero nosotros tenemos que seguir al lado de nuestra gente, no podemos abandonar a los más pobres”.

 

No obstante, pese a todos estos esfuerzos desde las parroquias, una de las situaciones más duras que le ha tocado vivir es ver morir a los niños por falta de antibióticos y, peor todavía, “no puedes hacer nada”, porque “no tenemos cómo ayudarlos. Y en medio de esta dura realidad, escuchas al Gobierno decir que Venezuela tiene el mejor sistema de salud, el mejor sistema educativo. La mentira no es cristiana”.

La contradicción.

Por último, consideremos el último aspecto de nuestro comentario: la contradicción.

¿Cómo se puede explicar que delante de tantas evidencias del fracaso más total de un programa de gobierno que lleva décadas instalado en el poder de esa infeliz nación, y que es la última causa de la inmigración masiva, haya en Chile un candidato presidencial que se manifiesta simpatizante de la ideología marxista que lo anima?

¿Cómo explicar que, sufriendo todas las complicaciones de esa inmigración, no haya por parte de la unanimidad de la población chilena un repudio macizo a cualquier opción política que nos acerque a esa misma situación que hoy sufre los venezolanos?

¿Cómo no ver que, a iguales políticas, habrá iguales resultados y que la situación de relativa normalidad económica de la cual todavía goza Chile, será destruida por las mismas políticas que destruyeron una economía mucho más próspera, como fue la venezolana?

Todas estas son preguntas evidentes que Ud. puede hacer a su vecino, en el caso de que él sea uno de los incautos que creen que destruyendo lo que existe se podrá producir el bienestar para todos.

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