Columna de Gonzalo Cordero: Adelantados
En Castilla existía en el Medioevo la figura militar de los “adelantados”, eran quienes ejecutaban operaciones en la frontera del reino; luego, se llamó así a quienes emprendían la conquista en ultramar. Después se aplicó a quienes tienen la capacidad de anticipar cambios sociales, o conocimientos en diversas áreas: Da Vinci, Galileo, Rosa Parks o Steve Jobs, fueron adelantados que tuvieron una visión del cambio social o el saber científico antes que sus contemporáneos.
Los adelantados son sujetos admirables, porque es muy difícil levantar la vista, o tener el valor, para ver más allá que la sociedad de su época; por ello, habitualmente son personas incomprendidas o ignoradas en su momento, a quienes el tiempo se encarga de colocar en el sitial que merecen. ¿Quiénes son los adelantados de nuestro tiempo? No lo sabemos, probablemente en el futuro, las generaciones que vendrán los descubrirán y seguramente nos sorprenderíamos de conocer ahora a los que serán apreciados después.
Con todo, y para mi sorpresa al menos, el Presidente Boric ha reclamado para sí y sus aliados políticos esa condición. Preguntado recientemente por la razón de la derrota del Rechazo en el plebiscito, respondió: “no puedes ir más rápido que tu gente”. Reconozco que para algunas cosas soy un poco lento, más de alguna vez he intentado acometer la lectura del Ulises de Joyce, pero la cosa es difícil; sin embargo, de verdad no creo que el 62 por ciento de los chilenos seamos mucho más lentos que el otro 38, ni que el Frente Amplio tenga una selección especialmente favorecida con el don de la inteligencia, de serlo habría que reconocer que estos últimos seis meses se han encargado muy gentilmente de no ostentar de esa superioridad, más bien lo contrario.
Hablando en serio, hay explicaciones malas y explicaciones peligrosas, esta reúne ambas calidades. Es mala, porque la democracia consiste precisamente en la capacidad de convencer y cuando un proyecto o un liderazgo no lo consigue, puede haber muchas explicaciones muy válidas, pero apelar a la incapacidad o la falta de visión del electorado no es una de ellas. Antes habría que mirar a los que no tuvieron el talento o la habilidad para darse a entender.
Pero especialmente esta explicación es peligrosa, porque sugiere una visión extraordinariamente elitista de quienes ejercen el poder, si hay una característica común en las autocracias es precisamente esa percepción de superioridad, la pretensión de que el “populacho” no es capaz de comprender las virtudes del gobernante, razón por la cual hay que conducirlo, sin preguntarle, hacia el bien que son incapaces de percibir en su “lentitud”. La autopercepción de adelantado es una amenaza a la democracia si expresa realmente una convicción profunda y es un obstáculo para un buen gobierno si es apenas una mirada frívola de las relaciones políticas.
Dejemos al futuro el privilegio de reconocer a los adelantados del presente; en tanto, un poco más de humildad nos vendría bien a todos.
Por Gonzalo Cordero, abogado